En el transcurrir del tiempo la misma naturaleza se ha encargado de realizar en el ser humano un proceso de entrenamiento y reentrenamiento para asimilar las pérdidas que se puedan presentar, desde las primeras separaciones como el nacimiento mismo, seguido de la separación de los hijos con sus padres por asistir el primer día de escuela, rupturas amorosas, hasta llegar a la separación final, la muerte. Todos estos procesos y etapas de la vida traen consigo un aprendizaje que nos lleva a la construcción de mecanismos de respuestas adaptativas o desadaptativas ante las pérdidas.
Ahora bien, ¿qué pasa cuando nos enfrentamos a una perdida no esperada o fuera de lo común?, Pues este mencionado proceso “normal” de adaptación se ve alterado y todo porque la perdida no se da por formas tradicionales o socialmente aceptadas, como la muerte por enfermedad o como resultado de una etapa del ciclo vital, sino contrario a ello un fallecimiento autoinfligido, el suicidio. A nivel cultural, cuando se presenta una muerte socialmente aceptada; ósea una muerte “natural”, las familias reciben apoyo social, durante ciertas etapas del duelo, especialmente las relacionadas a las posteriores del deceso; caso contrario cuando es una muerte por suicidio, las familias deben manejar una mayor carga emocional por los estigmas sociales, religiosos y culturales, iniciando por la tan conocida creencia de “los que se suicidan no entran al reino de cielos”.
Ante esto son las familias quienes continúan con una historia de estigmas, dolor emocional e incomprensiones sociales, partiendo del manejo de las preguntas más comunes después de las típicas condolencias, ¿por qué se mató? ¿Tenía problemas?, hasta la generación de un juicio social negativo y culpabilidad por parte del mismo grupo familiar. Este tipo de duelo suele ser más complejo de superar, dado que la pérdida se presentó fuera de tiempo, no estando acorde con el ciclo vital familiar.
Este es el punto en el que se genera el siguiente interrogante ¿entonces cómo pueden las familias manejar las pérdidas de muerte por suicidio?, es importante aclarar que estas recomendaciones no son estándar tipo receta de cocina fitness “saludables”, el proceso de elaboración de este tipo de perdida está en gran medida supeditada a las características de la persona o familia que sufre la perdida, sin embargo, se mencionaran los siguientes aspectos:
Los factores contextuales como el apoyo social, con el que cuenta la persona o familia será de gran ayuda para la elaboración del duelo, a nivel familiar se deben mantener o fomentar la comunicación y expresión de emociones y sentimientos; a pesar que se hable de suicidio y efectos familiares, es importante aclarar que la elaboración de la perdida es individual y entra a jugar un papel fundamental los recursos personales y las capacidades familiares para recuperar su estado de equilibrio.
la culpabilidad es una de las características habituales del duelo y de este tipo de pérdidas, a pesar de esto se le debe dar manejo cuidadoso por parte de los miembros de la familia, promoviendo la concepción del fallecimiento como una decisión propia y autónoma de la víctima y no como efecto o responsabilidad de un tercero. Aunque el dolor generado, sentimiento de soledad y dolor emocional, no tiene nada de anormal es recomendable buscar acompañamiento y asesoramiento profesional para que sea el terapeuta quien acompañe a la familia y sus integrantes en este proceso de transición y elaboración funcional de la pérdida de ese ser querido.
Escrito de Opinión: Publicado: 15/03/2022
Por: Psicólogo Gerson Jaimes